Algunas fechas significativas que celebrar y unas ganas inmensas de hacer un viaje especial en familia, nos llevaron a buscar un destino con buen clima en abril en el que pudieramos disfrutar todos, descubrir nuevas culturas y paisajes y a la vez pudieramos descansar. Tras darle muchas vueltas nos decidimos por combinar unos dias en una mega City en medio del desierto, Dubai, y posteriormente disfrutar de unos días de relax en un sitio paradisíaco: Maldivas.

Por la comodidad de sus aviones, y para probar el A380, elegimos volar con la compañia Emirates, que ademas nos permitia hacer la combinación Frankfurt-Dubai-Maldivas. 
Dubai es la ciudad más grande de los Emiratos Árabes Unidos y capital del emirato del mismo nombre. En ella la arquitectura y cultura árabe más tradicional se funden con los edificios más modernos y grandes del mundo. Es impresionante observar su afilada silueta cincelada por los implacables rayos de sol y entre ellos asomarse el Burj Khalifa, que con sus 828 metros de altitud es la torre más alta del mundo y representa el corazón y el alma de la ciudad. Merece la pena subir a sus miradores para disfrutar de sus espectaculares vistas de la ciudad, el mar y el desierto.

¿Y qué más ver en un viaje a Dubai? A nosotros, en los cuatro días que estuvimos, no nos dió tiempo a verlo todo, la ciudad ofrece infinidad de planes y cosas que ver y hacer.

Después de visitar el Burj Khalifa, es indispensable pararse en la Fuente de Dubai y ver su espectáculo de agua, luz y música. También al lado está el Dubai Mall, que es el centro comercial más grande y visitado del mundo.

En la zona de Deira, están los populares zocos del perfume, de las especias y del oro. Posteriormente cogimos un barco tradicional conocido como Abra para cruzar al Bar Dubai y conocer sus principales puntos de interés.

Un plan magnífico es ir al distrito Dubai Marina, situado alrededor de un canal artificial; es una zona de imponentes rascacielos, yates, hoteles lujosos, centros comerciales como el Dubai Marina Mall y agradables restaurantes.

Recomiendo también visitar la mezquita Jumeirah, la más bonita y única de la ciudad que acepta visitantes no musulmanes; el famoso hotel Burj Al Arab con forma de vela y único de 7 estrellas del mundo; el Miracle Garden, que es el jardín de flores naturales más grande del mundo y el Museo del Futuro.

Un fantástico plan con los niños es visitar el Aquaventure Atlantis.

Nuestro plan preferido sin duda fue el safari por el desierto soltando adrenalina en un 4×4 y la bajada de dunas sobre una tabla de sandboarding y, tras una preciosa puesta de sol, disfrutar de la comida títica árabe.

Y si da tiempo, una excursión muy recomendable es visitar Abu Dhabi, la capital de los Emiratos Árabes Unidos y no perderte la Mezquita Sheikh Zayed. Una maravilla.

Dubai es una ciudad superlativa donde el lujo y el exceso arquitectónico impresionan. Nos sorprendió la buena organización y la eficacia de los servicios de esta ciudad.

Y tras unos días intensos en Dubai, pusimos rumbo a Maldivas con un vuelo de 4 horas que nos dejó en el aeropuerto de Male, capital del país. Nada más llegar nos recogieron del hotel y con un vuelo en hidroavión de 45 minutos, llegamos hasta nuestro destino final, el resort cinco estrellas luxury Sun Siyam Iru Fushi.

Coger este hidroavión fue una de las principales y más bonitas aventuras del viaje, te da la oportunidad de disfrutar de unas maravillosas vistas del océno Índico y de su infinidad de islas desperdigadas en un mar turquesa.

Las Maldivas son un conjunto de 1.190 islas coralinas distribuidas en 26 grandes atolones, estructuras de coral separadas por lagunas que se extienden creando un paisaje único.

Nuestro resort estaba en el atolón Noonu y nos fascinó: espectaculares playas de arena blanca y un mar turquesa, varias piscinas, amplia oferta de deportes acuaticos y excursiones, 15 bares y restaurantes, pistas de tenis, spa, un servicio impecable… la mejor decisión fue coger una Water Villa que estaba construida en medio de la laguna y en la que tienes la sensacion de estar integrado en medio de un mar turquesa de aguas transparentes. En ella podiamos hacer smorkel y disfrutar de la fascinante vida marina de corales, peces multicolores y tortugas gigantes en cualquier momento y solo bajando unas escaleras. ¡Un tiburón de arrecife enorme pasó a cinco mentros de nosotros! 

Un maravilloso viaje en familia de doce días que nunca olvidaremos.

Por Gema Cebrián


  

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