Dentro del ciclo de conferencias Españolas por descubrir que ofrece el Círculo de Orellana de Madrid, descubrimos
de la mano de la autora de su biografía a:
Carolina Codina Nemiskaia (Madrid, 1897– Londres, 1989)
Una española que se enfrentó a prejuicios sociales y al terror del
totalitarismo estalinista.
Casada con el compositor ruso Serguéi Prokófiev, en 1923 junto a él vivió el esplendor de ciudades cosmopolitas como París y Nueva York en el periodo de entreguerras, codeándose con la intelectualidad europea y norteamericana de la primera mitad del siglo XX pero también fue víctima de las represiones estalinistas, desde febrero del 1948 hasta junio de 1956, siendo torturada en la prisión moscovita de Lubianka y posteriormente deportada
a un gulag en el Ártico.
Lina –Linette para su marido y amigos– nació en Madrid en el número 4 de la calle Bárbara de Braganza; una placa en la fachada recuerda el lugar. Era hija de Juan Codina, tenor catalán, y de Olga Nemivskaia,
cantante rusa de origen noble.
Pasó largos periodos de su infancia con sus abuelos en un paradisiaco rincón del Cáucaso y antes de que se diera cuenta, hablaba cinco idiomas y recibía una exquisita educación especialmente en arte y en música.
El sueño de Lina era convertirse en una famosa cantante de ópera y estaba dispuesta a todo para conseguirlo; al tiempo que recibía clases de canto, acudía a una escuela de negocios para formarse como secretaria. Gracias a los contactos de sus padres y a su conocimiento de idiomas, no tardó en encontrar trabajo y en relacionarse con la élite de la colonia rusa en parís y de la sociedad neoyorquina.
Una noche, Lina acudió con su madre al Carnegie Hall a escuchar a quien, según la prensa estadounidense, era la nueva sensación musical,“un visionarios llegado de la misteriosa Rusia”, el compositor y pianista Serguéi Prokófiev, al que pronto denominaron heredero de Ígor Stravinski . Días más tarde, Lina volvió a verle en el Aeolian Hall de Nueva York y fue allí donde se conocieron personalmente; fue amor a primera vista por parte de ambos. A pesar de las reticencias familiares, especialmente de la madre de Lina, Serguéi logró convencer a la joven para que viajara con él a Europa, especialmente a París, donde bullía la verdadera revolución cultural del incipiente siglo XX.
Lina vivió en Italia, formándose como cantante donde debutó como Gilda en Rigoletto en el Teatro Carcano de Milán con el nombre artístico de
Lina Llubera, nombre que Serguéi y ella habían acordado.
El 8 de octubre de 1923, Lina se convirtió en la señora de Prokófiev, en una sencilla ceremonia celebrada en Ettal y su primer hijo, Sviatoslav, nació en febrero de 1924.
Lina conoció y trató a grandes personalidades de la cultura:
Picasso, Matisse o Coco Chanel, Diáguilev,
Serguéi Rachmaninov, Arthur Rubinstein, Maurice Ravel, Andrés Segovia,
Igor Stravisnki, Joan Crawford, Mae West, Marlene Dietrich, Walt Disney,
Ernest Hemingway, Jean Cocteau, Boris Pasternak, Vladimir Maiakovskie,
Gertrude Stein, e incluso a
Federico García Lorca a quien conoció en La Habana
Las autoridades soviéticas intentaron atraer a Prokófiev
para que actuara en su país natal.
Serguéi temía regresar a su patria.
No era ajeno a los rumores que hablaban de un país empobrecido, con una población sometida por el miedo, hambrienta, enferma, sin libertad, y
sin esperanza en el futuro.
Él insistía en que era un espíritu libre y que no le interesaba la política.
Como solía decir, «mi música está más allá del tiempo y del espacio».
El 13 de enero de 1927, Serguéi y Lina subieron al primero de los trenes en el que regresarían a Rusia.
Al año siguiente nació su segundo hijo, al que llamaron Oleg.
Fue en 1936 cuando se trasladaron definitivamente a Rusia.
Es entonces cuando comienza la pesadilla para la familia Prokófiev: amenazas, mentiras, acusaciones de espionaje, infidelidades, desapariciones de amigos, boicot profesional, traiciones, condenas a muerte,
detenciones, juicios, el envío al gulag…
Tras la muerte de Stalin el 5 de marzo de 1953
(el mismo día en que murió Prokófiev), Lina fue liberada, en junio de 1956.
En 1957 se reconoció oficialmente su inocencia, se le entregó un certificado de su matrimonio con Prokófiev y una pensión como viuda soviética compartida con la segunda mujer del compositor, por la que Serguei abandonó a Lina.
En 1974 abandonó la Unión Soviética y se instaló en Londres, donde creó una fundación para preservar el legado de Serguéi Prokófiev.
Murió en Londres en 1989.
Por Reyes Monforte. Periodista y escritora
Autora de La pasión rusa, basada en su atormentada vida
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