Hay momentos en la vida en los que una persona debe dar un paso al frente y hacer lo que cree que es su deber.
Y eso es exactamente lo que me ocurrió cuando decidí presentarme a unas Elecciones.
Debo confesar que al principio tuve un poco de vértigo ante la que se me venía encima, pero cuando se está convencido de que puedes aportar algo a la sociedad, cuando crees firmemente en lo que vas a hacer, se superan todas las dificultades.
Siempre me ha gustado la Política, pienso que es una de las actividades más nobles que se pueden ejercer, porque al fin y al cabo se trata de trabajar en aras del bien común e intentar mejorar las condiciones de vida de los demás.
Por eso hoy afirmo con rotundidad que aquel que no tenga vocación y espíritu de sacrificio que se quede en su casa.
Para mí no hay nadie más despreciable que aquel que se dedica al trabajo público en beneficio de su propio interés o de determinados grupos.
Sé que hoy la labor de los políticos está muy desprestigiada, comprendo que se nos vea como personas que viven a espaldas de los problemas reales de la gente, pero debo decir por mi experiencia que eso no responde a la realidad. No voy a negar que haya quien se dedique a esto como forma de ganar dinero y medrar socialmente, pero son los menos y es obligación de todos descubrirlos y mandarlos a sus casas.
Hoy en España hay miles de Cargos Públicos que trabajan honradamente, que sacrifican sus vidas personales y familiares en beneficio de los demás, muchas veces sin pedir nada a cambio. Pongamos un ejemplo si se quiere extremo, pero muy esclarecedor de la labor de esa gente anónima en la mayoría de los casos: Miguel Ángel Blanco, concejal de un pequeño pueblo vasco, que no cobraba por su trabajo, que estaba ahí porque defendía unas ideas, por que creía que podía ayudar a sus vecinos y que fue brutal y cruelmente asesinado por ETA. Pues al igual que él somos muchos en nuestro País los que creemos que esta tarea merece la pena y que tenemos la obligación de, al menos, intentarlo y de que el sacrificio personal
merece la pena.
Desde mi despacho de la Alcaldía de Almagro veo muchas cosas, aprendo muchas más y escucho lo que la gente viene a decirme. Pienso que los Alcaldes y los Concejales somos los que vivimos la política más directa, los que conocemos la vida de nuestros vecinos y en este sentido serían miles las anécdotas que podría contar. Pero detrás de cada una hay una historia personal, una vida, unos sentimientos y sobre todo una forma de
poder ayudar.
Hoy el principal problema con el que se enfrentas millones de españoles es el paro, y eso lo veo todos los días y me gustaría que los responsables últimos de esta tragedia, el Gobierno, se sentaran conmigo una sola mañana en mi despacho y escucharan a los hombres y mujeres que viven ese drama. Y lo mismo sucede con otros muchos temas. Pienso que todos aquellos que ejercen de “políticos de salón”, tertulianos y diletantes deberían pasar por mí puesto antes de hablar y ver las caras de la gente. Estoy convencido de que sus opiniones cambiarían radicalmente, porque es muy fácil hablar de lo que se desconoce y teorizar ante un micrófono o en una cena en el restaurante de moda: hay que pisar las calles y conocer la realidad social de España.
Pero ser Alcalde de Almagro es mucho más, no lo voy a negar. Dirigir uno de los pueblos más bonitos de España es un auténtico lujo por la oportunidad que brinda de participar en acontecimientos de muy distinta índole: culturales, artísticos o sociales y es mi deber aprovecharlos para atraer cada vez más bienestar a mis conciudadanos.
Por último quiero animar a todos aquellos que sientan en su interior la vocación por la Política en que se interesen por ella, ya que es lo mismo que interesarse por España y termino con la celebre frase de John F. Kennedy:
“No pienses qué puede hacer tu país por ti, piensa
qué puedes hacer tú por tu país”.
Por Luis Maldonado Fernández de Tejada.
Alcalde de Almagro por el Partido Popular.
Comentarios