¿Existe algo en esta vida más placentero que saberse ejemplo
para el resto del mundo?
¿Hay algo más gratificante que dar la vida por tu país?
¿Y que darla sirviendo concretamente a España?
No lo creo.
Son varias de las preguntas que me gustaría hacer al Capitán Aybar, piloto del Ejército del Aire que el pasado 12 de octubre moría heroicamente cuando volaba a la base de Albacete tras su participación en los actos con motivo de la celebración del Día de la Fiesta Nacional en Madrid.
Dudo que haya una mejor fecha para dejar este mundo, pues como dice San Agustín “la muerte no es nada, sólo he pasado a la habitación de al lado”.
Y es que desde arriba, el Capitán nos respondería a las preguntas planteadas con un “no” rotundo.

A menudo olvidamos el mérito y la valentía de los militares que nos defienden a todos los españoles y que garantizan la seguridad de España contra todo enemigo, ya sea nacional o extranjero.
Personas como tú y como yo que, al fin y al cabo, optaron por llevar una vida de servicio a los demás; optaron por salir de la zona de confort
y trabajar por su país.
Preparados y formados durante años, donde el sacrificio y la entrega conforman el día a día, los militares merecen honores más de una vez al año.
Y especialmente el Capitán Aybar, quien merece el homenaje de este artículo más que nadie.

El mundo del motor del que escribo habitualmente en la edición impresa de LUNAySOL, aparece reflejado en el Eurofighter que el Capitán acostumbraba a pilotar en las diferentes maniobras que llevaba a cabo desde que concluyó sus estudios en la Academia General del Aire en San Javier.
Equipado con dos motores y de gran maniobrabilidad, el caza de combate Eurofighter ha sido diseñado y construido por el consorcio de empresas europeas Eurofighter GmbH, creado en 1986.
La aeronave realizó su primer vuelo el 27 de marzo de 1994 y entró en servicio el 8 de abril de 2003 en Alemania. De hecho, el Ejército del Aire cuenta actualmente con 60 ejemplares.

Desarrollada su carrera en Sevilla, Badajoz y Albacete, el
Capitán Borja Aybar García nació en Puertollano, Ciudad Real, en abril de 1983.
Con 34 años, casado y con un hijo,
el Capitán dejaba a los suyos y el Ala 14 del Ejército del Aire al que pertenecía.
Y lo hacía con inmenso valor, pues aunque se manejan distintas hipótesis sobre su fallecimiento, todos los que le guardamos un inmenso respeto creemos ciegamente en la más valiente: aguantó hasta el final a los mandos para evitar caer en una zona de casas, pues su avión perdió el control y se invirtió a baja altura cuando el resto de sus compañeros, que también regresaban de Madrid, rompían la formación para aterrizar de uno en uno.
Evitó una tragedia mayor entregando su vida.
Sirviendo a su país.

Responsabilidad, honor y valentía.
Estas son las tres palabras que resumen el 12 de octubre más amargo y a la vez más especial para el Capitán Aybar. Como bien decían ya los samuráis alrededor del siglo X, guerrero o militar significa “el que sirve”, y que morir con honor permite vivir para siempre. Pisa fuerte y deja huella. O mejor dicho,
vuela alto y deja huella.


Eternamente agradecidos por tu sacrificio y entrega.
Nunca te olvidaremos porque, como bien sabes, la muerte no es el final.
Descansa en paz Capitán.

Por Juan López-Dóriga  González-Valerio

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