Este año he tenido la oportunidad de visitar Atenas, y de recorrer durante tres días las Islas Cyclades en barco. Soy una apasionada de la Historia de la Antigüedad, y principalmente de esta civilización, por lo que para mi resultó ser un sueño cumplido el poder descubrir Grecia.
Bajo un sol abrasador que alzaba los termómetros sobre los 40 grados de temperatura, dejé atrás la contaminación para descubrir la colina del Acrópolis. En su punto más alto, el Partenón. Ante la presencia de este magnífico símbolo de la ciudad, retrocedemos 200 años en la Historia. Las célebres cariátides, el Teatro de Dionisio o el Parnathinaiko -estadio que acogió los primeros Juegos Olímpicos- son algunas de las grandes obras escultóricas y arquitectónicas que impresionan por su magnitud y belleza a todos los que se congregan para apreciarlas de cerca.
La ciudad de Atenas es en sí un museo al aire libre, y ahí reside su mayor interés. Se puede descubrir andando, y por las noches, la iluminación incrementa si cabe la belleza de los monumentos. Para poder apreciarla, es necesario ser un amante de la Historia, conocedor de Platón, Perícles, Heródoto, Sócrates, y de la mitología griega, así como de su difundido sistema democrático. Además, desde la ciudad, el acceso al Peloponeso o a alguna de sus numerosas y célebres islas es muy sencillo.
Para evitar el gentío, el calor agobiante y los terribles atascos -comunes a todas las ciudades mediterráneas-, la mejor época para visitar la capital griega es en primavera. En dos días se puede descubrir la ciudad y sus principales monumentos, aunque un viaje de cinco días sería lo apropiado. Así se puede visitar sin prisas los alrededores, hacer excursiones a otros lugares cercanos y poder pasear por las frescas galerías de los museos, como el Museo Goulandris, cuya visita recomiendo.
Seguramente regrese pronto a esta impresionante ciudad que ha resultado ser para mi una verdadera obra de arte, que sigue en pie desafiando al tiempo para alegría de aquellos que disfrutamos bebiendo Historia de cada uno de sus rincones.
Por Liliana Cavallero.
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